lunes, 22 de enero de 2018

Así, enmarcado en una parada de autobús, se demuestra como triunfa el socialismo.

(Desahogos y reflexiones durante el paro de transporte)

Salí de mi casa con cierta carga de irritación ante la noticia del paro de transporte, sin embargo eche a un lado la resignación y me dirigí hacia la parada de autobús convencida de que lograría llegar a mi destino.  Los locales en la avenida estaban cerrados, había mucha gente caminando y los medios de transporte que logre visualizar eran pickups, camiones 350 y, para brindarme la dosis de indignación del día de hoy: convoys de la GNB (ya había visto fotos y videos de la guardia movilizando gente, pero una cosa es que te lo cuenten y otra es que vivas la experiencia). Sumergida en la negación, me repetía incansablemente “no me voy a subir en esa vaina”, mientras tanto una niña se sentaba a mi lado y en intención de advertirle sobre el paro de transporte, le pregunte:


-¿Vas a esperar bus? 

-No, voy a descansar un momento. Yo vengo caminando desde Barrio La Luz.

-¡¿De pana?!, ¿A dónde vas?.

-A la 190. (Desde Barrio La Luz, hasta la Av.190 de Naguanagua, son 4.5km)

-Bueno ya vas a llegar, ¿vives ahí?

-No, voy a buscar comida para mis hermanitos. (Es decir, ida y vuelta son 9km en total, sin agua, en un notable estado de desnutrición)


Le seguí haciendo preguntas, me dijo que tenía 12 años, era la mayor de 5 hermanitos, su mamá estaba trabajando y no conocía a su papá. Mientras conversaba con ella pude notar que los niños de ahora no tienen la mirada como los niños con los que compartí en mi infancia, tienen los ojos tristes y cansados. Quería hacerle muchas preguntas, pero asumí que quería descansar y la deje tranquila, a los 5 minutos se levanto, se despido de mi y siguió caminando.


En la parada también estaba una señora bastante mayor, digamos unos 70 años de edad, también  le pregunte si estaba esperando bus y me dijo que tenía una hora y media esperando, estaba bastante angustiada porque no sabía cómo iba a llegar a su casa en Paseo Cabriales pues no podía subirse a los convoy (tarea obviamente complicada para una persona de tan avanzada edad).
Así,  enmarcado en una parada de autobús, se demuestra como triunfa el socialismo y aquellos que ofrecían igualdad: igualando a tres mujeres de distintas generaciones ante la dificultad de movilizarse libremente.


Luego de una hora en la parada, no me quedo más que regresarme a mi casa, donde llore de impotencia, de rabia, pero no por el tiempo que perdí, ni por la imposibilidad de llegar a mi destino, sino por la indignación ante la miseria que ahoga a mi país, por lo injusto y calamitoso que puede ser el día de un niño venezolano, alejado de las aulas de clase y de los juegos;  por lo injusto y calamitoso que puede ser el día de un abuelito venezolano, privado del descanso y la tranquilidad.  Me seque las lagrimas, respire profundo y empecé a escribir esto, porque es mejor sacarlo todo en unos cuantos párrafos, limpiar el alma y despejar la mente para producir las buenas ideas, para pensar en las soluciones y para llenarnos de valentía, porque sin lugar a dudas se necesita mucha valentía en este país, que a veces parece que te exilia, pero a veces también grita lo mucho que te necesita para levantarse, alcanzar la libertad  y prosperar.