viernes, 25 de noviembre de 2016



Retos de una generación indefinida


Generación del 28

Cada vez que tengo la oportunidad de expresarme en un espacio de opinión, digo que estoy orgullosa de la generación a la cual formo parte, pero ciertos acontecimientos me han hecho preguntarme, ¿A qué generación pertenecemos?. Siempre hacemos mención sobre aquellos jóvenes que salieron a la batalla junto a José Félix Rivas un 12 de febrero de 1814, hablamos también de aquellos irreverentes muchachos de la generación del 28 que apostaron a la libertad, tenemos a los del 58 que despertaron en unísono hasta que lograron la huida del dictador, más recientemente podemos nombrar a nuestros amigos del 2007 que dijeron NO a las imposiciones y pretensiones del régimen, y nosotros, ¿dónde estamos? ¿Qué nos distingue como generación?

Hoy es bastante larga la lista de plataformas/iniciativas juveniles/estudiantiles que se han formado desde febrero de 2014 hasta nuestros días, y pongo esta fecha como punto de partida, porque definitivamente marco un antes y un después para aquellos que hemos pasado toda nuestra vida bajo el régimen chavista. Como bien dije, son innumerables, pero ¿por qué no hemos logrado la trascendencia? Y no pretendo bajo ningún concepto desvirtuar la ardua lucha que hemos llevado, pero definitivamente es necesario hacer introspección y preguntarnos por ejemplo; ¿Por qué en estas condiciones tan criticas de país, es tan baja la receptividad a nuestras convocatorias?

Nos hemos aferrado a la teoría de que la Sociedad Civil tiene más fé en los estudiantes que en cualquier otra entidad y en base a esto, nos hemos sumergido en el discurso repetitivo y carente de propuestas, como un guion compartido entre actores que no se interesan en profundizar y agregarle un poco más. Hoy, definitivamente no convencemos ni a nuestros iguales; nuestros compañeros de clase, y vemos como nuestras protestas ahora son una especie de reuniones de dirigentes a las que se va a hacer catarsis. Podemos hacer la salvedad, y decir que los jóvenes están sumamente desmotivados, que es muy complicado sacarlos del aula, etc. Pero, ¿no es acaso ese nuestro gran reto? mover la fibra, sensibilizar al indiferente y avivar la característica irreverencia de la juventud. 

El gran reto es INNOVAR, en esta Venezuela en la que día a día sube el índice de jóvenes que tienen una opinión política, pero que a su vez, prefieren plasmarla en twitter, Facebook e instagram y no en pancartas en la calle. Urge la innovación de métodos para lograr mayor inclusión, partiendo por sacarnos de la cabeza que somos unos mesías que vamos a salvar al mundo y adoptando mejor la premisa de que somos unos jóvenes que queremos escuchar a otros jóvenes para ponernos de acuerdo en cómo vamos a lograr un mejor país y acá hay un verbo clave que debemos resaltar: ESCUCHAR; prestar atención a los que tienen algo que decir, sencillamente porque, ¡NO NOS LAS SABEMOS TODAS! Y quizás la mejor idea está en la cabeza del joven al que no escuchamos porque estábamos desesperados en montarlo en el autobús para llevarlo a protestar.



Urge además la innovación en el discurso, depurarnos de mensajes negativos, todos conocemos la realidad por que la vivimos día a día, hablemos mejor de lo que queremos; libertad, educación, progreso, seguridad, trabajo, éxito, oportunidades, unidad, esperanza, etc. Y por supuesto, agreguemos a nuestro discurso, explicándolo de la manera más comprensible, COMO LOGRAR LO QUE QUEREMOS, demos propuestas, seamos una guía para el que nos este escuchando, hagamos que se vea posible alcanzar un mejor país porque nosotros estamos explicando el camino a seguir para lograrlo. 

Urge por sobre todas las cosas, innovar en la forma en que coexistimos, y no me refiero a la coexistencia con el que piensa distinto (que es sumamente importante), hablo inicialmente de reconocernos entre “aliados”, y comprender que si realmente deseamos la trascendencia, no hay espacio para zancadillas, juegos sucios o confrontaciones sin sentido. Cuando hice este planteamiento en una conversación, la respuesta que obtuve fue, “así es la política”, ¿y es que acaso los de esta generación (que aun no termino de definir) no tenemos la capacidad de reinventar la forma en que se hace política?, ¿preferimos sencillamente adaptarnos a las viejas mañas? Señalamos con frecuencia las actitudes de los partidos, nos quejamos de que no se ponen de acuerdo, criticamos las mentiras y rechazamos las “macollas”, pero cuando volteamos hacia adentro, ¿no nos damos cuenta de somos sus grandes herederos? Podemos ser los más habilidosos a la hora de conseguir la vocería en una rueda de prensa, pero no tenemos la capacidad tan siquiera de lograr la participación de nuestros propios equipos en una convocatoria. Podemos llevarnos a quien sea por delante con tal de salir en una foto, pero no tenemos la capacidad de sostener una pancarta por unos cuantos minutos. ¿Realmente coexistimos como generación o solo somos un montón de muchachos ambiciosos dándose codazos para ver quien figura?

Recordando una frase de una amiga que decía “dejemos de usar la lupa y empecemos a usar el espejo”, hoy más que señalar a cualquiera, hago una evaluación interna de mis fallas, comprendiendo que aun me falta mucho por aprender e INNOVAR, y sabiendo que el camino que deseo recorrer debe ir cargado de valores y principios, para ser una persona íntegra cuando llegue a donde quiero llegar. Hoy quiero además invitar a mis iguales a que innovemos en todos los sentidos, innovemos para lograr el objetivo y para trascender, innovemos para marcar pauta y ser recordados por las futuras generaciones, pero primero definamos ¿A qué generación pertenecemos?


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