Retos de una generación indefinida
Generación del 28
Cada vez que
tengo la oportunidad de expresarme en un espacio de opinión, digo que estoy
orgullosa de la generación a la cual formo parte, pero ciertos acontecimientos
me han hecho preguntarme, ¿A qué generación pertenecemos?. Siempre hacemos
mención sobre aquellos jóvenes que salieron a la batalla junto a José Félix
Rivas un 12 de febrero de 1814, hablamos también de aquellos irreverentes
muchachos de la generación del 28 que apostaron a la libertad, tenemos a los
del 58 que despertaron en unísono hasta que lograron la huida del dictador, más
recientemente podemos nombrar a nuestros amigos del 2007 que dijeron NO a las
imposiciones y pretensiones del régimen, y nosotros, ¿dónde estamos? ¿Qué nos
distingue como generación?
Hoy es
bastante larga la lista de plataformas/iniciativas juveniles/estudiantiles que
se han formado desde febrero de 2014 hasta nuestros días, y pongo esta fecha
como punto de partida, porque definitivamente marco un antes y un después para
aquellos que hemos pasado toda nuestra vida bajo el régimen chavista. Como bien
dije, son innumerables, pero ¿por qué no hemos logrado la trascendencia? Y no
pretendo bajo ningún concepto desvirtuar la ardua lucha que hemos llevado, pero
definitivamente es necesario hacer introspección y preguntarnos por ejemplo;
¿Por qué en estas condiciones tan criticas de país, es tan baja la receptividad
a nuestras convocatorias?
Nos hemos
aferrado a la teoría de que la Sociedad Civil tiene más fé en los estudiantes
que en cualquier otra entidad y en base a esto, nos hemos sumergido en el
discurso repetitivo y carente de propuestas, como un guion compartido entre
actores que no se interesan en profundizar y agregarle un poco más. Hoy,
definitivamente no convencemos ni a nuestros iguales; nuestros compañeros de
clase, y vemos como nuestras protestas ahora son una especie de reuniones de
dirigentes a las que se va a hacer catarsis. Podemos hacer la salvedad, y decir
que los jóvenes están sumamente desmotivados, que es muy complicado sacarlos
del aula, etc. Pero, ¿no es acaso ese nuestro gran reto? mover la fibra,
sensibilizar al indiferente y avivar la característica irreverencia de la
juventud.
El gran reto
es INNOVAR, en esta Venezuela en la que día a día sube el índice de jóvenes que
tienen una opinión política, pero que a su vez, prefieren plasmarla en twitter,
Facebook e instagram y no en pancartas en la calle. Urge la innovación de
métodos para lograr mayor inclusión, partiendo por sacarnos de la cabeza que
somos unos mesías que vamos a salvar al mundo y adoptando mejor la premisa de
que somos unos jóvenes que queremos escuchar a otros jóvenes para ponernos de
acuerdo en cómo vamos a lograr un mejor país y acá hay un verbo clave que
debemos resaltar: ESCUCHAR; prestar atención a los que tienen algo que decir,
sencillamente porque, ¡NO NOS LAS SABEMOS TODAS! Y quizás la mejor idea está en
la cabeza del joven al que no escuchamos porque estábamos desesperados en
montarlo en el autobús para llevarlo a protestar.
Urge además
la innovación en el discurso, depurarnos de mensajes negativos, todos conocemos
la realidad por que la vivimos día a día, hablemos mejor de lo que queremos;
libertad, educación, progreso, seguridad, trabajo, éxito, oportunidades,
unidad, esperanza, etc. Y por supuesto, agreguemos a nuestro discurso,
explicándolo de la manera más comprensible, COMO LOGRAR LO QUE QUEREMOS, demos
propuestas, seamos una guía para el que nos este escuchando, hagamos que se vea
posible alcanzar un mejor país porque nosotros estamos explicando el camino a
seguir para lograrlo.
Urge por
sobre todas las cosas, innovar en la forma en que coexistimos, y no me refiero
a la coexistencia con el que piensa distinto (que es sumamente importante),
hablo inicialmente de reconocernos entre “aliados”, y comprender que si
realmente deseamos la trascendencia, no hay espacio para zancadillas, juegos
sucios o confrontaciones sin sentido. Cuando hice este planteamiento en una
conversación, la respuesta que obtuve fue, “así es la política”, ¿y es que
acaso los de esta generación (que aun no termino de definir) no tenemos la
capacidad de reinventar la forma en que se hace política?, ¿preferimos
sencillamente adaptarnos a las viejas mañas? Señalamos con frecuencia las
actitudes de los partidos, nos quejamos de que no se ponen de acuerdo,
criticamos las mentiras y rechazamos las “macollas”, pero cuando volteamos
hacia adentro, ¿no nos damos cuenta de somos sus grandes herederos? Podemos ser
los más habilidosos a la hora de conseguir la vocería en una rueda de prensa, pero
no tenemos la capacidad tan siquiera de lograr la participación de nuestros
propios equipos en una convocatoria. Podemos llevarnos a quien sea por delante
con tal de salir en una foto, pero no tenemos la capacidad de sostener una
pancarta por unos cuantos minutos. ¿Realmente coexistimos como generación o
solo somos un montón de muchachos ambiciosos dándose codazos para ver quien
figura?
Recordando
una frase de una amiga que decía “dejemos de usar la lupa y empecemos a usar el
espejo”, hoy más que señalar a cualquiera, hago una evaluación interna de mis
fallas, comprendiendo que aun me falta mucho por aprender e INNOVAR, y sabiendo
que el camino que deseo recorrer debe ir cargado de valores y principios, para
ser una persona íntegra cuando llegue a donde quiero llegar. Hoy quiero además
invitar a mis iguales a que innovemos en todos los sentidos, innovemos para
lograr el objetivo y para trascender, innovemos para marcar pauta y ser
recordados por las futuras generaciones, pero primero definamos ¿A qué
generación pertenecemos?
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